Mi Campo de Girasoles

lunes, 5 de febrero de 2007

VUELO CIRCULAR

Ayer subí a la azotea. El sol del mediodía calentaba la ropa en los cordeles y el aire se llenaba de olores florales y místicos; olía a ropa de madre. Tras varios días de lluvia, los tejados se habían plagado de sábanas, mantelerías, ropas de trabajo y ejércitos de calcetines ondeantes en hileras..., había tanto silencio que creí escuchar los latidos de mi corazón agitado.

Dejada caer en el pseudo muro observé un rato a las aves, únicos seres visibles vivos en un radio de unos 800 metros a mi alrededor. Deseé ser uno de ellos. Imaginé el cielo infinito flanqueado por dos enormes alas batientes, dejando a mi paso edificios, coches, farolas, gente... Llegué surcando las nubes hasta donde pude sentir la sal húmeda de la costa y en un vuelo rasante sentí las gotas marinas que, al secarse, dejaron mi cara tirante. Me acerqué al sol imprudentemente, sintiendo ese escalofrío de cuando el calor casi te roza el alma; volé durante un buen rato por donde mi vista alcanzaba a conocer, me sentí ligera y libre... hasta que el cansancio de quien vuela por vez primera me recordó que tenía que parar... dónde? Ante una respuesta incierta, dejé de ser ave y continué tendiendo ropa...