VUELO CIRCULAR
Dejada caer en el pseudo muro observé un rato a las aves, únicos seres visibles vivos en un radio de unos 800 metros a mi alrededor. Deseé ser uno de ellos. Imaginé el cielo infinito flanqueado por dos enormes alas batientes, dejando a mi paso edificios, coches, farolas, gente... Llegué surcando las nubes hasta donde pude sentir la sal húmeda de la costa y en un vuelo rasante sentí las gotas marinas que, al secarse, dejaron mi cara tirante. Me acerqué al sol imprudentemente, sintiendo ese escalofrío de cuando el calor casi te roza el alma; volé durante un buen rato por donde mi vista alcanzaba a conocer, me sentí ligera y libre... hasta que el cansancio de quien vuela por vez primera me recordó que tenía que parar... dónde? Ante una respuesta incierta, dejé de ser ave y continué tendiendo ropa...
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