A TI, POR LLEVARME EN BRAZOS
Hay relaciones que vistas desde afuera no se pueden entender, es más, incluso desde dentro son disparatadas y dañinas. Dañinas porque los implicados sufren la mayor parte del tiempo ( unos más que otros ), a pesar del cariño que, según entiendo yo el término cariño, es algo que nunca muere.
Mi relación contigo es como ese cuentecillo cristiano que recuerdo desde que era chica: había un hombre muy creyente que estaba haciendo recuento de su vida ya en sus últimos tiempos. Este hombre veía su vida con Dios reflejada en las huellas de la orilla de una playa. El hombre le hablaba a Dios al final de su vida y le decía reprochándole: “mira, Señor, durante toda mi vida se ven las huellas de dos personas en la orilla, las tuyas y las mías. Pero mira Señor, durante este período en el que estuve tan mal sólo se ven las huellas de una persona, ¿por qué me abandonaste Señor?”. Dios lo miró con ternura y le dijo: “pero hombre, ¿no te diste cuenta que esas huellas están muy hundidas?, te llevaba en brazos…”
Mi relación contigo es como ese cuentecillo cristiano que recuerdo desde que era chica: había un hombre muy creyente que estaba haciendo recuento de su vida ya en sus últimos tiempos. Este hombre veía su vida con Dios reflejada en las huellas de la orilla de una playa. El hombre le hablaba a Dios al final de su vida y le decía reprochándole: “mira, Señor, durante toda mi vida se ven las huellas de dos personas en la orilla, las tuyas y las mías. Pero mira Señor, durante este período en el que estuve tan mal sólo se ven las huellas de una persona, ¿por qué me abandonaste Señor?”. Dios lo miró con ternura y le dijo: “pero hombre, ¿no te diste cuenta que esas huellas están muy hundidas?, te llevaba en brazos…”
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