TERCERA OPORTUNIDAD
Hoy escuché a un hijo de puta gritar a su madre a insulto vivo ( y sí, lo he escrito bien porque no ha sido insulto a grito vivo… había más insultos que gritos en sus soeces palabras ) mientras yo, desde mi puesto de trabajo, intentaba hablar con su señora madre de setenta años, con lo cual deduje que el muy cabrón, mínimo, contaba con cuarenta tacos. La ponía a parir ( que ojalá se le hubiera contraído el útero a la pobre mujer cuando asomaba la cabeza tan mísera persona ) porque ella me decía que la semana siguiente no estaría en casa para recibir la visita de un representante de la empresa para la que trabajo; eso, o sea, él, es decir, su hijo, empezó a soltar culebras por la boca con tono de megáfono diciéndole que qué coño hacía dándole explicaciones a la puta gente. “Eres gilipollas, imbécil… qué coño haces?” “cállate ya, estúpida! no sé ni por qué cojones coges el teléfono… ni para eso se te puede dejar sola…” y cosas así, gritando como un cerdo el día de su matanza. La señora, Mercedes ella, si llega a decirme que tenía cincuenta años me la habría colado igual, porque hablaba más suelta y más capaz que un zagal de veinticinco, sin embargo, se quedó apurada y en blanco ante semejante aberración. Sabía que estaba al teléfono porque la escuchaba respirar, pero no decía ni mu. “No se preocupe, Mercedes, no pasa nada… dígale usted a su hijo que se ponga un momento, por favor” “¿Qué coño pasa?”, gritó el cerdo… “Escuche, caballero… no tendría por qué decirle esto, pero ahora que nadie me oye me voy a arriesgar y le voy a decir que no sólo tengo el número de teléfono de la casa de su santa madre, también tengo la dirección y, hágame caso, no vivo demasiado lejos. No tengo ningún inconveniente en acercarme a su casa personalmente y decirle en su cara lo sinvergüenza que me parece” Ni que decir tiene que el tío mierda este gruñó perrunamente con sarna y todo un improperio y colgó como el gañán que es. Ni soy la Madre Teresa de Calcuta ni lo voy a procurar en un trabajo de mierda por el que llevo apareciendo desde hace sólo dos semanas. Sólo me resulta paradójico e hilarante el “repelús” que siente mucha gente de “enorme corazón” cuando delante de ellos se habla de residencias para la tercera edad y cosas así… que si “no, no, no… por favor, mientras yo viva eso nunca” que si “esos sitios son para los que no tienen a nadie” que si “qué vergüenza! Fulanito tiene tres hijos y mira donde ha terminado” que si pitos y que si flautas; ojalá Mercedes tenga la suerte de pasar los años más tranquilos de su vida en un sitio de esos, rodeada de gente normal, porque para estar padeciendo constantemente los dolores de un parto que nunca dio fruto mejor ver a las moscas volar. BUENAS NOCHES
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