Mi Campo de Girasoles

sábado, 14 de enero de 2012

ABRACADABRA


Las ventanas son como chisteras de magos, tan pronto están llenas como vacías. La prestidigitación tampoco es lo mío. La pasividad de los cambios a uno y otro lado de las hojas acristaladas o la rápida caracterización que a veces acometen ambos mundos se escapan a mis pretensiones. No dejo de ver un árbol cuando quiero contemplar unos iris tras los barrotes y ni aun metiéndoseme en los ojos sus hojas con olor a naranjo y mangla me percato de que está ahí colmado de pájaros piando que a saber qué contemplan a este lado. Había un truco irrevelable que llenaba la ventana a un lado y al otro haciéndolos rebosar hasta fundirse con la misma fuerza férrea de la propia reja que los separa. Existe ese truco pero es irrevelable, tan bien guardado está que tengo la chistera, tengo la barita, tengo los guantes y tengo el esmoquin pero no tengo la manera de hacer chascar el golpe maestro que me devuelva la ventana henchida que un día fue. Por ahora.