Mi Campo de Girasoles

martes, 13 de marzo de 2012

ZAPATOS GRANDES, ANDEN O NO ANDEN...


Los zapatos no aprietan, los pies les van grandes. Es que esto es, en cierta medida, como lo de la gallina y el huevo o como lo de la alcayata que no encaja en el cáncamo o el cáncamo que no encuentra la alcayata. En el caso del huevo y la ponedora es más complicado, ya que los razonamientos pueden variar según se vislumbren desde creencias científicas, religiosas, religioso-científicas, científico-religiosas, existenciales, naturistas y planteamientos de microscopios que a mí, humildemente, se me escapan, pero en el caso de los zapatos y los pies o de la alcayata y el cáncamo es tan fácil como difícil resulta elegir, es decir, fácil teóricamente y minucioso en la práctica. Lo minucioso no sólo es cuidadoso, premeditado y concienzudo, también requiere una gran capacidad de afrontamiento de riesgos, puesto que si algo se elabora minuciosa y concienzudamente es porque su dificultad, por muy absurda que parezca, puede desencadenar en resultados no deseados. ¿Qué pasa si la alcayata no coincide con el cáncamo aun habiendo cuidadosamente tomado medidas y barajando posibles hendiduras aquí o allá? seguramente pase que modifiquemos la situación de la una o del otro hasta que encajen porque el gratificante resultado nos apremia; ¿y qué sucede cuando los zapatos van holgados o cuando nos encogen los dedos hasta las entrañas? probablemente optemos por una medida menor o más grande.; ¿y qué pasa cuando uno no encaja con otro, con el prójimo, con el tendero, con el vecino, con el amigo, con la pareja, con el cuñado, con el de la ventanilla, con el mendigo de la puerta, con el socio, con la suegra, con su puñetera madre? pues pasa que los zapatos no aprietan, sino que los pies van grandes… o creen que son grandes. Qué chicos y qué tozudos somos.