Mi Campo de Girasoles

viernes, 4 de septiembre de 2009

A MI MADRE, CON CARIÑO

El puto autobús me hizo correr como siempre, aunque, en realidad, no era culpa del autobús, más bien fue esa manía mía de recrearme en las canciones, en las canciones frente al espejo, en las canciones con el cepillo en la mano a modo de micro de los ochenta. Fue eso lo que me demoró como tantas otras veces… el resultado era evidente: macuto en mano y a taconazo limpio al apeadero – ya me gustaría llamarlo estación pero no todo el mundo vive en Madrid…-. Llego sudando, compuesta y radiante y con gotitas entre saladas y carísimas de la muerte cayéndome bajo la nuca. Sedienta. Joder, qué sofocón. A unos dos minutos de partir, en esa especie de cafetería-ciber-oficina me agencio un minúsculo botellín con el dibujo del torso de Gambrinus y lo engullo sin apenas darme cuenta de lo que lleva dentro antes de subir al bus. Subo al fin, me despejo, me enfrío enfermizamente gracias a los conductos del excesivo aire helado que, inexplicablemente y a mala leche, te bombardea en cualquier transporte público en el mes de agosto. Acomodo primero el oído izquierdo y luego el derecho a mi Ipod, siempre en ese orden, manías, y me relaja la idea de que en tan sólo unos treinta minutos estaré poniendo un pie en suelo firme. Cambio de planes, bueno, de ruta mejor dicho – comunica inocentemente el conductor -. Antes pasaremos por otra localidad, dice, y se queda tan pancho el tío… mi abnegada actitud de electora de un pueblo conformista en grado sumo por naturaleza me mantiene en silencio cuando verdaderamente lo que más me apetece hacer es cagarme en sus ancestros al completo y sugerirle amenazadoramente que me lleve cuanto antes a donde yo quiero ir en la hora prevista, razón por la cual he abonado mi billete, pero soy tan gilipollas, tanto como el resto de los pasajeros, que me callo humildemente. Pasamos por un vivero y por varias naves de flores y por una especie de residencia canina donde hace sólo meses mal contados habíamos estado. Recuerdo haber bajado una gran rampa en punto muerto como si hubiera activado el super turbo del coche fantástico. Al subirla fue emocionante, freno de mano incluido a lo “Fast and furious” y olorcillo a goma quemada, barata y dominguera. Ella me esperaba arriba, fuera del coche, en su afán de restar peso al vehículo para que fuera más fácil el ascenso, menuda tontería… pesos y medidas, relativos siempre. ¿Cómo es posible que yo misma considerara que su peso interferiría en la subida de aquella maxi cuesta y hoy la pueda izar con mis dos brazos al tiempo que la beso en el cuello?

4 Comments:

At 7:20 p. m., Blogger jorge said...

Estupenda narracion, los detalles del dia a dia, el vivir siempre deprisa, las cosas que vemos y que nos recuerdan lo que hicimos...

¿Que se puede hacer ante el espejo si suena musica?

Me sorprende el cambio de ruta del conductor. El que nos quedemos callados creo que tiene que ver con que pensamos que no lograremos nada.

Me ha gustado leerte.

 
At 12:17 p. m., Anonymous Hârum said...

A veces el Destino, que no la predestinación, tiene extraños y complejos caminos, elecciones, variaciones de rumbo, un nuevo o tal vez no tanto, rumbo para el cual el guerrero no está preparado pero sí el chamán que desde su cueva percibe las sombras que desea convertir en bisontes. Saludos y felicidades por tu chamanismo literario.

 
At 3:52 a. m., Blogger Carlos said...

Son las cuatro menos cuarto de una puta noche de insomnio. Se que dentro de un rato sonará el despertador, que es el único que no entiende de emociones ni de razones. En un rato sonará y me tendre que levantar para ir a trabajar. Y no se como, o tal vez si, he llegado un campo plantado de girasoles. Despues de un rato leyendo, y alguna que otra reflexion, solo decirte que me encanta como escribes, llano y sin contemplaciones, adornos los justos y descripciones abrumadoras. Me ha gustado, si, a lo mejor puedo dormir ahora, ya te contare. Thanks, un lector

 
At 4:30 p. m., Blogger Mi campo de Girasoles said...

Gracias por vuestros comentarios que enriquecen tanto los míos. Gracias por leerme y, sobre todo, por parar un momento a escribir, ésto suele dar más pereza. Un abrazo a los lectores!

 

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