Mi Campo de Girasoles

martes, 10 de noviembre de 2009

SENCILLAMENTE IMBORRABLE


Las reminiscencias olfativas me fascinan. Las reminiscencias en sí son fascinantes pero, las que proceden de sensaciones tan puras e íntimas como las del olfato de cada uno son simplemente maravillosas. Sin ir más lejos, el otro día, sumergida en los sudores y sonidos pedantes de un autobús vino a mí un olor que, cuando menos, me hizo suspirar. Olía a lápiz recién afilado, me refiero a ese olor que deja la madera o su sucedáneo tras deslizarse en un sacapuntas de plástico , seguramente un Stadler… tanto te atrapa una sensación olfativa de ese tipo que ni siquiera reparas en la absurda concatenación de hechos que ha forjado la posibilidad de que precisamente tú, en un autobús cualquiera, puedas percibir ese aroma tan fuera de contexto por otra parte… sencillamente lo notas y te recreas en él, son sólo segundos, o milésimas la mayor parte de las veces, pero el poder sensorial te impide preguntarte por qué huele a eso en un autobús de línea y sin tregua, a la velocidad de la luz, te lleva a lugares en los que ya estuviste, a situaciones que ya viviste y al mundo que ya abandonaste. Es realmente lindo. Es precioso sentir el olor de una muñeca sintética que te esperaba una mañana de Reyes o recordar cómo huele y hasta cómo sabe una goma Milán, de las de toda la vida… en realidad, ni te acuerdas de la goma, no la proyectas ni de color verde, ni blanco o de ese otro color que había que era una mezcla nefasta entre rosa y marrón, lo que ves ni siquiera lo ves, lo notas y ya está, te llega a los ojos, a la mente, a la nariz y a los poros… hasta hueles el suavizante del babi… me encanta. Me encanta ese poder a lo “máquina del tiempo” que a veces puedo tener. Siempre recordaré, por ejemplo, el olor de un juguete absurdo que tuve. Era un conejo amarillo de goma, feo como él solo, con dos ojos saltones insolentes y un orificio en la base de sus cortas patas por el que salía ese sonido ridículo y característico que llevan los muñecos de los perros… pero olió a goma bendita desde el primer día que cayó en mis manos hasta que lo perdí de vista… que, dicho sea de paso, no recuerdo cuándo fue. El caso es que hace ya de esto la friolera de treinta años, mes arriba, mes abajo, y, si me concentro y respiro en serio, es decir, dejando ventilar mis pituitarias, puedo oler al puto conejo… y voy hasta donde él está, al suelo de lozas blancas y negras, algunas levantadas y rotas y que cortaban como un puñal, y vuelvo allí, a mis piernas morunamente cruzadas, a mi culo helado sobre el piso, a mis zapatos con veinte capas de kamfort manchándome de negro la parte interior de los tobillos en los calcetines blancos de hilo, a mi conejo plasticoso y amarillo hablando con voz de niña de tres años y al sonido de la olla de puchero de fondo… pero sin lugar a ninguna duda, lo mejor son los olores reminiscentes espontáneos. Yo los llamo así. Son esos que vienen de pronto, sin buscarlos y que te llevan a mundos increíbles y que parecían lejanos pero que en realidad siguen ahí, ahí mismo, lo que ocurre es que están prudentemente escondidos en uno, cediendo el paso a las nuevas vivencias como veteranos humildes y modestos pero que, a veces, como espíritus encadenados al mundo que pisaron, te recuerdan lo bonito que puede llegar a ser el detalle más ínfimo de cada una de las cosas.

3 Comments:

At 1:32 p. m., Blogger AdR said...

Sencillamente genial.

Me has llevado de viaje por los olores de mi infancia. He podido oler el lápiz del sacapuntas, las gomas Milán y hasta el puto conejo amarillo.

Me quito el sombrero.

Besos.

 
At 10:18 p. m., Anonymous Anónimo said...

David

No se si te lo conté alguna vez, pero tengo una historia desagradable con las gomas Milán. Tendría unos 2 ó 3 años no lo se, pero me tuvieron que sacar gomas Milan de la nariz jejeje y el olor que desprendia no era precisamente para una aromaterapia...

besote.

 
At 10:38 a. m., Blogger Ricardo said...

Yo recuerdo el olor de los granos de café (me los comía a bocaos cuando shiquitito... así soy de nervioso).

 

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