VECINAS PAPARAZZI
Son como los hongos,
están por todas partes; algunas parecen flotar por los pasillos de las zonas
comunes como salidas de las historias de Iker Jiménez, las hay que siempre
tienen alguna planta de plástico a la que colocarle derecha una hoja y así
hacer tiempo hasta que aparezca un vecino incauto, otras, creo, hacen noche en
el rellano – porque si no, no me explico -.
No todas pueden
presumir del mismo grado de profesionalidad. Para mi gusto, me resultan
quemantes y moscones cojoneras aquellas que sacan la ametralladora y empiezan a
disparar preguntas como si les hubiera venido un vómito repentino de
curiosidad… uf… a ésas, como a las moscas, lo mejor es apartarlas a manotazos –
metafóricos, claro… cachis -. Pero luego están las que han hecho cátedra… esas
podrían montar su propia academia, certificada y todo; hacen como que no están,
es decir, que pasaban por allí ( ni que el portal del edificio fuera la M-30…)
y que, casualmente, la vida las ha colocado ahí en ese preciso instante con el
único propósito de aguantarte la puerta… y entonces empiezan con un sutil
comentario acerca del clima… ya eso da grima… no sé por qué, pero no me parecen
trigo limpio los vecinos que me comentan lo evidente sin que yo además les haya
preguntado… Luego enlazan magistralmente la opinión del tiempo con asuntos más
trascendentales: “pues qué guasa tener que coger carretera con esta lluvia,
verdad?... ten cuidaíto con el coche, hija, porque tú conduces, no? y sigues
estudiando, no? hay que ver cómo está todo… menos mal que si por lo menos
tienes un trabajillo puedes moverte pacá y pallá… no? o bueno, siempre te puede
traer y llevar alguien… tu padre bien, no? es que lo veo muy poco ahora… vamos,
a ti tampoco te veo mucho, saldrás fuera los fines de semana con el muchacho,
no?”… y eso puede ser eterno, quiero decir, es algo así como el minuto que
parecen ocho de calentar la leche en el microondas…
Yo creo que a mí se me pone
un ademán así estiradete a lo Carmen Lomana que tiene que echar para atrás una
cosa mala… y nada, empiezo a emitir monosílabos ambiguos, como aquellos que le
soltaba a mi madre cuando me increpaba por algo no bueno que había hecho,
monosílabos que no quieren decir ni sí ni no, no sé cómo transcribirlos
fonéticamente, pero se parecen un poco a esto: “heaa..” donde la “h” se
pronuncia como aspirada, vamos, a lo inglés. Y bueno, como ahora tengo el pelo
más largo por aquello de no gastar en peluquería, me limito a completar mi
“countdown” mental y culmino la conversación con una sacudida de melena y un
“hasta luego, Menganita”.
Hala, cada uno en su vida y la
paz en la de todos.
1 Comments:
me has recordado a mi época de vida en comunidad en un blque de vecinos y no era al regar las plantas el momento de las vecinas paparazzi, sino el ascensor. Pufff, pero es que las que tienen cátedra ya dan un poco de miedo amiga verdad ? bueno que sigas escribiendo y no paren esas ideas de salir al exterior que me haces reir mogollón (vaya pareado sin haberme enterado). gracias por tus palabras que animaron mi triste domingo.
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