Mi Campo de Girasoles

viernes, 20 de noviembre de 2009

EL SÍNDROME DEL ESCARABAJO PELOTERO


Durante años me lo creí. Sabía que había otras cosas, otras maneras de pasear, otras tiendas, otras caras, otros catetos disfrazados de gente normal, otros trabajos y otra forma de hablar y expresarse. Más que fe en lo que tenía era resignación, resignada a mis catetos, a los que me habían visto nacer y me seguían en mi crecimiento, a quienes me ofrecían un nada ataviado de un todo, a quienes pretendían contagiarme con su dialecto ininteligible y con su fervor por lo chabacano que, paradójicamente, suele ser lo más importante en la vida. Intenté acoplarme porque no me quedaba otra, me acoplé, suelo tener esa capacidad para parecer un camaleón silencioso donde quiera que me encuentre… hasta que saco la kilométrica lengua, claro… y es ahí cuando se me nota el desasosiego que me produce no ser profeta en mi pueblo, no compartir la histeria jocoso festiva que defienden todos los que defienden a su tierra, todos los que la promulgan y promocionan con desesperación y hasta perdiendo los argumentos. Y no sé cómo supe que no era de aquí, ni de allí… al principio, me desconcerté, sobre todo porque me auto inculpé como una estirada, una mariquilla disfrazada de alguien, una renegada de la tierra que me forjó, para bien o para mal. Como cualquier cambio, violento o no, aquello se procesó como debía, y ya está. A día de hoy, el término renegada ya no me resulta peyorativo, me agrada, y resulta que me agrada porque me otorga el poder de decidir, de decidir ahora que puedo hacerlo. Uno no decide dónde ha de nacer pero lo interesante llega más tarde, cuando libremente optas por sentir. No me siento de “mi ciudad” ni de ninguna otra, simplemente porque no quiero o, con redundancias incluidas, porque no lo siento. La cosa está en que no me siento de ninguna parte y eso hace que me proyecte grande, inmensa y sobre todo, libre. No quiero etiquetas que hagan referencias geográficas, al menos para mí. Me angustia ser “la sanluqueña” porque me angustia el ritmo vital absurdo de esta ciudad, su velocidad de raciocinio a la hora práctica de resolver cualquier asunto ya sea económico, cultural, social o personal es directamente proporcional a la manera que “mi pueblo” tiene de manifestar a los cuatro vientos su afán por seguir dando más importancia al arraigo pueblerino y poco innovador en el que únicamente prevalece lo gracioso, lo llano, lo cercano y “lo de toda la vida”, en definitiva, que tendemos al catetismo – y me incluyo porque así lo refleja mi padrón – con la misma rapidez, resignación y en la única dirección posible que lo hace el agua por el orificio del lavabo ( al menos en esta parte del mundo. Leí una vez que en otro hemisferio el agua se pierde por el desagüe hacia el otro lado…)…


A pesar de todo esto, la decepción que no la desidia, habita en cada una de las ciudades que conocemos y que podamos llegar a conocer algún día. Es harto sabido el confort que todos hemos apreciado alguna vez tras un viaje, incluso de placer, cuando febrilmente aporreados por el sueño, el cansancio y la satisfacción de haber disfrutado, cruzamos dentro del coche el límite que nos lleva a través de una autovía ruinosa o una entrada tercermundista en mi caso a las entrañas de las casas donde fueron cambiados nuestros primeros pañales. Qué alegría da, o qué tranquilidad, o qué seguridad o, o yo qué sé, no sé cómo llamarlo, pero es un alivio amargo con ápices de síndrome de Estocolmo. Te jode y te gusta, bueno no, el orden es te gusta y te jode, lo primero es lo primero, lo inicial son los sentidos, siempre. Y te jode finalmente porque sí, porque vuelves al mismo sitio, al sitio que, como perro apaleado por el amo, vuelve a abrirte los brazos, aunque vengas de visita tras muchos años, aunque vuelvas de haber cerrado exitosamente un fabuloso negocio, aunque vuelvas de ver a un doctor que te dio una mala noticia, aunque vuelvas de una entrevista de trabajo que presagiaba al fin tu huida de tus orígenes y que desembocó de nuevo en mar vacío… da igual de donde vuelvas. Vuelves a tu pelotita de mierda, vuelves al tesón de hacerla cada vez más y más grande sin apenas levantar la cabeza y sin la posibilidad de mirar a los lados, la manejas a tu antojo o, al menos, eso crees, ¿ acaso el escarabajo sabe con tanta mierda alrededor suyo en qué momento se topará con un árbol o una piedra o un agujero o un abismo?, el escarabajo no ha de saber tanto, no fue educado para eso, sólo ha de amasar su bola pestilente y hacerla rodar. Sólo de vez en cuando, entre muchos, destaca un escarabajo que suele ser el que hace la bola de mierda más grande de todas para, finalmente, engancharse a ella, dejarla rodar y escapar. El escarabajo seguirá modelando su bola en su nueva finca… yo espero sacudirme la mierda de las patas en cuanto llegue.

3 Comments:

At 5:54 a. m., Anonymous Anónimo said...

Bonjorno, micampodegirasoles.blogspot.com!
[url=http://athe.pun.pl/ ]Acquistare in Italia[/url] [url=http://viagraradf.pun.pl/ ]Comprare viagra online[/url] [url=http://viagraonline.pun.pl ]Acquisto viagra generico[/url] [url=http://viagracqui.pun.pl/ ]Acquisto viagra online[/url] [url=http://cialisenta.pun.pl/ ]Vendita cialis online[/url] [url=http://viagrakhou.pun.pl/ ]Compra viagra generico[/url]

 
At 11:28 a. m., Anonymous Anónimo said...

Bonjorno, micampodegirasoles.blogspot.com!

 
At 1:58 p. m., Blogger AdR said...

Ninguno es profeta en su tierra, eso dicen ¿no?. Y es que hay cosas que no se deben profetizar, no hace falta más que salir a la calle y comprobar lo que tan bien has pintado.

Están llenas de escarabajos peloteros... y con lo que me gustaban de chico, oye :D

Besos.

 

Publicar un comentario

<< Home