Mi Campo de Girasoles

martes, 10 de junio de 2008

EN CASA DEL HERRERO


Cuchara de palo... Me paso el día configurando routers, conexiones de acceso telefónico, dando órdenes e instrucciones de cómo quitar y poner cables, me río de los torpes, me alteran los espesos de movimiento, me irritan los listillos, me desesperan los que no son capaces de copiar una clave de números y letras sin fallar a la primera... me descojono del que pierde los nervios cuando lleva un día sin conexión a internet, me resbala el que me grita... miento al que no soy capaz de ayudar, improviso con el que veo que no entiende ni papa, en definitiva, lo que viene siendo un soporte técnico de adsl telefónico de toda la vida, sólo que yo tengo un acento andaluz que ni con agua hirviendo sale y digo sobremesa o portátil en lugar de computadora y desktop y además no me llamo Wendy o Yorsany o Harold.


Hoy llegué a casa, después de haber configurado una ristra padre de routers, haber mentido unas cuantas veces para acortar una llamada y haberme jactado vilmente de unos cuantos agonías que no podían descargar nada de San Emule y ¿qué me encuentro?, pues las luces de mi router cachondas perdidas, en concreto la luz adsl y la luz internet habían salido sin pedir permiso, ala! de fiesta las dos, y yo ahí con la cara partida sin saber por dónde meter mano.


Primero, la actitud esa ( muy española por cierto ) de decir "uy, qué cosa más tonta, esto lo arreglo yo ahora mismo"; después, el autoconvencimiento: "si se lo soluciono a la gente de aldea que lo más sofisticado que han visto en su vida es una olla express, mi conexión la restauro yo con la punta de la nariz"; ocho minutos más tarde, la pelotilla esa en el estómago y un cigarro detrás de otro mientras me baila en la cabeza una frase que además me aporrea la dignidad: "es imposible que esto me esté pasando a mi"; tras asumir que no soy tan infalible como me creía, trago un poco de saliva y otro tanto de orgullo y me hago un nuevo planteamiento: "efectivamente, voy a tener que ir pensando en pedir ayuda... aunque me duela"; y de nuevo aflora mi engreimiento de teleoperadora competente donde las haya: "vale, cojo el teléfono pero... una mierda!, yo no llamo al servicio técnico, que me cobran un huevo y además no tienen ni idea!, mejor a un colega... mucho más digno, donde va a parar..." y allá que voy, "Qué pasa?, estás dormido?, ah vale, bien.. que eso... que mira... que no tengo internet vamos"; un ratito de ja ja, ji ji, entra aquí, mira allí, aprieta este botón, mira la otra luz... mi pan de cada día vaya, pero nada de nada. Finalmente, se me pone cara de cliente cabrona, marco un número que empieza por 902 que, nada más pulsar el nueve, ya te duele el bolsillo, y después de elegir quinientas doce opciones me saluda un tio con voz de llamarse Harold más que José Juan. Le explico negra lo que me pasa, y el nota me intenta torear, y venga un capotazo suyo y toma ya otro mio, y a ver quien sabe más de los dos, y me alza la voz y casi me cago en toda América del Sur y parte de Canadá, y me dice después de beber agua ( porque se lo noté, que en esta profesión se desarrolla una sicología y un sexto sentido auditivo que son cosa de otro mundo ) "Claro, es que hay una incidencia generalizada", sí hijo sí, a la cárcel vas a venir tú a robar.... anda ya chavea!... Que le cuelgo, vamos. De nuevo sola ante el peligro y repitiéndome en mi cabeza "por mis santos cojones que te reconfiguro, router cabrón". Hora y media de lucha campal, medio litro de Coca Cola para mantenerme fresca y unas ganas del copón de acostarme con la tranquilidad de saber que cuando quiero puedo. Y pude!!!!!!!!!!!! aunque, en el fondo, sé que soy tan torpe, impertinente, agonía y estirada como el Sr. García o la Sra. del Val o el hijo puta que ni siquiera te da su apellido, cosa que tampoco hice yo esta noche con mi amigo Harold.... en fin, muchas gracias por su llamada y buenas noches.