Para mi el verano oficialmente comenzó el día de mi cumpleaños. Fue el dos de julio. Ese día comencé, como cada cumpleaños, un poco acarajotada, sin embargo, según fueron pasando las horas se volvió el día pletórico, intenso y sorprendente. No es que me sorprenda saber que mis amigos me quieren, pero sí fue un halago saber que, a pesar del cansancio, la mala economía y la desidia que cualquier trabajo puede ocasionar, estaban ahí conmigo y no con nadie más.
Después de ese día, todo ha sido un no parar. Tuve momentos de fiesta, momentos de risas, momentos de sueño contenido, aventuras hippies desafiando a la autoridad, me perdí cuando iba a buscar tabaco y me encontré con un mirador desde donde pude ver el Peñón de Gibraltar como no lo había visto nunca; bailé bajo las estrellas al salir del trabajo, canté bajo las estrellas noches ordinarias con gente extraordinaria; fui cuidadora de pequeños árboles, aunque no muy buena…; tuve experiencias que jamás pensé que tendría, que me causaron conflictos existenciales para luego llenarme de satisfacción por saber vivir la vida; aprendí a transformar los “adioses” en “hastaluegos” y los “holaquehays” en amigos para toda la vida; descubrí que quien siempre te quiso está siempre para hacerte favores y cuidar de los tuyos; fui confidente de historias imposibles que se convertían en cuentos de hadas, fui asesora de otras que caían por su propio peso; compartí mañanas-tardes de resaca con bailarines profesionales, vi películas en salas de cine en las que no había nadie más; abrí mi propia piscina municipal y la llené de ratitos de música ibicenca y cervecitas a medio enfriar; rompí mi cámara de fotos y algún que otro corazón…, estrené móvil nuevo digamos que por cojones y me hice mil y un reportajes de fotos como la diva que soy; volví como profeta a mi tierra y me recibieron como tal, encontré a amigos del pasado que me hicieron vivir momentos muy presentes y pasiones casi prohibidas; encontré a gente nueva que enseguida supieron hacerse hueco en mi pecho y admiré y quise aún más a la gente que ya estaba antes; bebí, fumé, bailé, me caí, me levanté, lloré, paseé, salté, tomé el sol, me remojé, trabajé, vacacioneé; tuve conversaciones imposibles con un rubito de dos años que hace que nada sea importante y que todo lo sea al mismo tiempo; aprendí a hablar sin decir nada y aprendí a escuchar mirando a los ojos… me lo pasé de puta madre.
Mi verano del 2008 terminó justo hoy, el catarrazo post estival que me despertó esta mañana me lo recordó con un estornudo del infierno. Pero qué pedazo de verano, coño!
Bru, gracias por el video, por documentar así mi post y ya de paso mi vida. Muacks
