Mi Campo de Girasoles

miércoles, 12 de agosto de 2009

ME TRAGUÉ MI LENGUA CON LOS TIRAFLECHAS....


Era pequeña, unos tres años. Llevaba las uñas pintadas de rojo. Miraba fascinada al niño rubio a sólo medio metro de ella. El niño accionaba cada varios segundos los mecanismos de sus mega puños de Transformers o yo qué sé de qué eran, tampoco me inquieta... tengo dos sobrinos pero, desgraciadamente, tan lejos de mi que me quedé en los Picapiedra o como mucho en Bob Esponja, no sé qué vino después...


Ella era una dama, una pequeña señorita de apenas medio metro con rasguitos y acentito sudaca y con uñitas minúsculas coloreadas en rojo pasión. El tren la balanceaba a ratos. Cuando no lo hacía ella misma se ocupaba de mecerse la falda del vestido a la par que miraba al niño rubio con su ciber mega maxi macro guay juguete. El niño no habló en todo el trayecto, el cual lo acompañé con mi vista, al menos, no emitió sonido percibible por mi. La damita canturreaba a veces, sus ojos a modo de rajitas en un bizcocho eran como la alarma secreta del mundo, chillaban poderío y feminidad pero a solas, sentimientos de verdad, de los que únicamente se sienten cuando se han de sentir. Se apeó con su madre, supongo, tres paradas antes que yo. Primero de apearse le pudo la educación que sus nimios ojos ya mostraban a tan corta edad y, con acento probablemente peruano o ecuatoriano y al mismo tiempo que movía una de sus manitas cual princesa en carroza de calabaza, dijo adiós al que a mi me parecía un miserable niño rubio con aspecto de niño rubio gallego que únicamente se limitó en su pedantería a soltar su juguete y reemplazarlo por un paquete de Doritos que ojalá le colme de colesterol de por vida... pensé satánicamente.

La princesita de uñas rojas y ojos rasgados giró tanto su cabecita que se cruzó con mis resabiados ojos..., es más, antes de su bajada y después del rechazo rubio me dedicó una sonrisa. Probablemente, desde su nuca, siempre supo que la estuve observando. El mundo es de este tipo de personas, sin tener que lidiar por ello con su continente ancestral... El mundo jamás será de niños rubios monísimos, autóctonos en apariencia, con juguetes de última generación y Doritos a mansalva pero incapaces de mirar siquiera a los ojos de otro niño.


P.D. : El rubio de los cojones, no alentado por nadie, me ofreció uno de sus Doritos picantes antes de yo bajar del tren..., sus ojos celestes dieron paso a su mano cándida... ¿a quién pertenece el mundo enotonces? ¿dónde comienza la pureza y termina el interés? ¿acaso nos mueve la lástima...? Rubito desagradable, me diste la gran sorpresa justo al final de la elaboración de mi post... me diste una gran lección en mi vida pero no la más grande...

jueves, 6 de agosto de 2009

INSOLENTE


Lloré por ti. Deseé tu clima, tu olor a caballas y sardinas, a adobo y pimientos, a salitre y sexo. Cada año reitera. Te lloro, te anhelo, te venero y te odio. Te odio, tan pronto como llegas desapareces, me vuelves la cara insolentemente, me dejas una nota de color, de color canela fatídico, atenuador de rasgos puntiagudos a veces en mi cuerpo, luego te vas, igual de insolente si no más... chuleas a tu antojo, gritas los ritmos más impronunciables y las cadencias más recordables, aporreas con olor a brisa de mar a cuantos se atrevieron a desafiarte... y me aporreas, me aporreas hasta desear un invierno frío de bufandas. Eres cruel y dorado, bendito y sudoroso, ambiguo y cambiante... cada año me sorprendes, te espero paciente, confiada y abnegada. No quiero mucho, no necesito tanto. Colmas más de lo que puedo llegar a traducir, eso en cierto modo me enerva, me supera, me desquicia, cada año eres protagonista, verano de las narices.


Llenas mis mochilas de desorden y caos, mis libros se cansan de ser leídos, mis dedos se vuelven vulnerables a la sal y al agua y caen arrugados a tus pies, mis potingues tan necesarios en junio se tornan objetos indeseados en una maleta repentina y apretada a mitad de julio, mis propósitos de la piriñaca y el pavo a la plancha sucumben en un burguer cualquiera de una calle costera y mis flechas cupidianas vuelan cual cometa casera en uno de tus levanteros días pedantes... verano descarado, date por satisfecho, regocíjate, disfruta, sé quien siempre has sido, antes y después de mi llegada a este mundo aunque ahora te lo pensarás dos veces antes de pasar desapercibido delante de mis retinas, pequeño cabrón...