Mi Campo de Girasoles

viernes, 26 de febrero de 2010

SSSSSSHHHHHHHH...........


Sssssshhhhhhhh….. a veces la cordura toma estos fonemas… mejor así. No por ello existe un vacío, eso jamás. No creo en los vacíos. Me jodía ya de chica el diagrama de Venn y las paranoias aquellas con las que te introducían al fantástico mundo de las matemáticas; ya era fastidioso e insidiosamente toca pelotas el hecho de entender que podía existir un “conjunto” en alguna parte que, a fin de cuentas, no era más que un amago de circunferencia trazado por la mano de una profesora mediocre con poco tino en una pizarra carcomida por los años, la humedad y los ojos de niños resabiados como yo, como para encima tener que imaginar un conjunto lleno y un conjunto vacío… pero lleno de qué, carajo? te pintaban ahí dentro unas especies de pelotitas ( eso era el día que la profe había dormido satisfecha ) o números a diestro y siniestro ( ese día la profe ovulaba con todo el dolor que la mano de Dios arrojó sobre Eva un fatídico día paradisíaco…) y tú, absorto, en tu pupitre rígido y chirriante te veías en la obligación de percibir algo… luego ella, como un mago, pintaba con más asco que dotes artísticas, otro amago de cuerpo redondo que se enlazaba con el que estaba lleno de “cosas” ( llámalas pelotitas, llámalas números, llámalas X…) y lanzaba al aire ( y una mierda al aire, te la lanzaba a ti… sí, al palurdo primerizo del pupitre chirriante ) una pregunta tan inquisidora como absurda: “si el conjunto vacío enlaza con el lleno abarcando alguno, varios o todos y cada uno de los elementos que lo componen… ¿sigue siendo un conjunto vacío?”. En ese momento, algunos compañeros se sacaban un moco, otros sollozaban, más de dos y de tres tiraban un lápiz al suelo para entretenerse en recogerlo, otros tantos adoptaban la expresión corporal y facial del autista más autista del mundo y yo, redicha hasta decir basta, y sin apenas levantar la mano ( siempre me pudo el orgullo y siempre supe que tenía que hablar sin pedir permiso ) enunciaba: “ No. El conjunto vacío pasará a ser un conjunto lleno y a su vez formará un subconjunto…” . Arsa. Ahí lo llevas. Odiaba aquello. Odiaba que me felicitaran por la respuesta, correcta en aquel contexto por otra parte…, pero lo odiaba. A lo mejor, y sólo a lo mejor, ya comprendía que la organización social no era más que una macro secta y que aquella respuesta no era más que lo que aquella muchacha con ropa de mercadillo y peinado del “Hola” o del “Diez Minutos” esperaba oír. Yo seguía viendo garabatos de colores, seguía contemplando números o pelotitas rodeados de una línea y, lo que para mí era más importante y lo sigue siendo hoy, yo nunca vi un conjunto vacío… yo veía una especie de circunferencia llena llenísima del verde de la pizarra, o de viento, o de polvo de tiza o de lo que a mi me diera la gana en ese momento… y punto. Vacío. Qué gilipollez. Así va el mundo…

Aún no encontré nada vacío. Nada. Ni siquiera la nada es vacío. La nada es algo porque en nuestra mente existe un concepto de nada, ocupa un espacio mental y conceptual, por tanto la nada es algo… te cagas… si la nada es algo, ya no es nada… pues eso. Es bien distinto que lo contenido en un continente tenga traducción inteligible o no, pero no por ello merece el continente ser tachado de recipiente vacío… no hay nada vacío, no hay inexistencias, lo que hay existe. Por eso, hay veces que es mejor un sssssshhhhhh que un algo amorfo, el ssssssshhhhh es como el gusano encapullado que macera, prepara, entrena y, finalmente, vuela. Adoro los silencios porque adoro los estruendos que producen.

jueves, 11 de febrero de 2010

UMBILICALIDAD...

Si empezara diciendo que puedo escribir los versos más tristes esta noche estaría plagiando a la vez que optando por otro género, cuando lo mío realmente es la prosa, si se puede llamar así a esto que hago… el caso es que comienzo triste aun sabiendo que no lo son tanto los sentimientos que hoy me llevan a mover los dedos entre mis teclas. La impotencia es lo que tiene… saber que luchas contra un imposible produce una embriaguez profunda y dolorosa que únicamente destila aromas tristes, a no ser que seas un superdotado a la hora de levantar tan pronto como caes, circunstancia que ya empiezo a plantearme. Caí de bruces esta noche. Una conversación fortuita me hizo comer el suelo. No desistir en mi afán de encauzar lo dificilmente encauzable fue lo que me hizo levantar tan pronto, como cuando caes de la cama a media noche y esa vergüenza invisible te hace saltar rápidamente sobre el colchón como si mil seres iguales de frágiles que tú te estuvieran mirando… yo únicamente quise sellar lo que se empezó a fraguar el día de mi nacimiento, ese vínculo sagrado y único que conlleva la consanguineidad directa… sin sarcasmos, sin caretas, sin prejuicios, sin dobleces y sin tonos significativos en el discurso… topé con mi imagen en un espejo cuarenta años después de hoy, resabiada, alerta, a la defensiva, infinitamente apenada y atacando sin darme cuenta a mi propia hija, volcando en ella mis frustraciones laborales, personales, amatorias y maternas. Tanto me dolió contemplar aquello que no pude hacer más que dejarlo notar, ni siquiera por rabia ni por dolor, sólo porque todavía vislumbré un ápice de esperanza, una gota de sentido común, un rastro de solución o, al menos, un síntoma de merecida empatía.

Poderoso sarcasmo. Como la lengua de una víbora, puede ayudarte a salir airoso pero pobre de uno si pierde el control, si lo usas tan seguido, si se convierte en tu herramienta diaria, si sólo tienes eso para ser fuerte… cabe la posibilidad de que entre tus dientes enjugues tu propio veneno hasta la muerte… gracias a Dios o a lo que quiera que sea que mueve el mundo, su voz me nombró justo cuando cruzaba el umbral de su puerta y casi el de su corazón acorazado con una tonalidad que llevaba esperando escuchar toda mi vida… la palabra perdón pierde su significado cuando otras situaciones la hacen insignificante… hay lágrimas que dicen “perdón”, ojos que dicen “perdón”, besos que claman “perdón” y silencios profundos que saben perdonar. Cómo no hacerlo? No todos somos padres, o madres…, pero todos somos hijos.