Mi Campo de Girasoles

miércoles, 21 de enero de 2009

BRUJA


Me lo dijo una vez una pequeña gran persona. Vaticinadora. Por aquel entonces, yo no sabía si aquella palabreja se escribía con v o con b... hoy sé que no tengo poderes, ni siquiera el instinto de supervivencia necesario para evitar acontecimientos fatídicos en mi vida, pero sé que cuando mi abuela me llamó de aquella forma dio en el clavo de todos los clavos. Vaticiné un año nuevo. Lo sé, no tiene mérito... es normal que a treinta y pico de diciembre prevea que llega un nuevo anal... pero no es eso. Predije en mi inquieta vitalidad una concatenación de cambios, un devenir de nuevas situaciones y un no parar de vidilla intrigante... como siempre, pero mejor. De entrada, perdí mi empleo o... gané una batalla, según se mire... realmente nunca quise estar donde estaba, sin que eso eche por tierra cuánto viví en ese sitio. Muchos son los que lo saben y pocos quienes me entienden, y me gusta así. Además de este hecho no sé hasta que punto dramático o jocoso festivo, comenzó mi año con una grandiosa puesta en escena. La gente lo llama tocar fondo. Yo lo llamo poner un pie en el suelo y luego el otro para después subir con más fuerza o, lo que es lo mismo, saltar, coño, saltar... saltar alto para ser mejor persona, me encanta. Comencé también abriendo mi pecho, al dolor de la realidad y al placer de escuchar a otros que confían en ti su dolor. Cambié mi morada incierta y la ubicación de mi alcoba y empecé a decidir como adulto mientras abrazaba a mi perro como un niño. Mi vaticinio de un año plagado de callosidades y asperezas comenzó a tomar forma... y me llenó de vida. Nadie dijo que la vida fuera un canto, ni un corrillo de patio de colegio, ni un carnaval de risas, la vida es eso, sentir que vives. Comencé viviendo fuerte y espero seguir haciéndolo estos once meses restantes.