Mi Campo de Girasoles

jueves, 10 de diciembre de 2009

NAVIDAD TODO EL AÑO


No soy muy dada a las celebraciones navideñas. Uy… no, no se lo va a creer nadie si lo digo de esa forma… lo intento de nuevo: soy muy dada, dadísima a cualquier tipo de celebración, entendiéndose por celebración todo lo que suponga un festejo, un bailoteo, unas risotadas, unos licorcillos y un etcétera que se prolongue preferiblemente hasta el alba. Vale. Lo que no soy es muy navideña, es más, ya tampoco me gusta decir que la navidad no me gusta. En los últimos tiempos parece que se ha ido formando un nuevo grupito social que anda entre lo alternativo y lo poco convencional pero con un respaldo económico considerable o, por lo menos, decente. Este nuevo grupo es el que en cuanto ve las primeras bolas rojas y las guirnaldas en los escaparates dirá “Oh, por favor… la navidad… qué tontería, qué materialismo… me pone de un triste…, no me gusta nada la navidad…”, algunos hasta culminarán la sentencia con un “de nunca!”. Así es que yo tampoco soy de ese grupo, ese grupo seguirá visitando durante días las tiendas con las guirnaldas y las bolas, celebrarán la cena navideña de empresa, comprarán con afán de superación los regalos de reyes a sus hijos y los más snobs, comprarán también los regalos de Papá Noel…, rellenarán un pavo y cocinarán un consomé, disputarán con fastidio ( porque no les gusta la navidad, claro…) si la noche del veinticuatro van a casa de Cuca o a casa de Borja y lo que es peor, seguidamente a las campanadas, para las que habrán comprando uvas de lata, soplarán un matasuegras ridículo con cara de asco ( por los cojones ) y les dirán a todos que los aman…



Lo dejo por tanto en que no soy muy navideña. Mentiría si digo que a mí no me gusta la navidad “de nunca”, joder, ¿a qué chiquillo no le gusta la navidad? No sabías a cuento de qué venía todo pero, de repente, dejabas de ir al colegio, en la tele ponían unas películas para flipar, tu madre te colocaba una bandeja delante de tu cara con unos dulces y unas cosas que milagrosamente llegaban a tu casa una vez al año, además estaban esos anuncios de juguetes, cielo santo, te dejaban hacer hasta una lista…., luego, otro día, te levantabas en pijama corriendo como un energúmeno y al ver todo aquello te sentías el niño más maravilloso del mundo aunque de tu lista sólo encontraras un regalo, daba igual, había muchos más; por no hablar de aquella noche en la que los mayores nunca tenían sueño y reían y eran amigos de todos los vecinos, y los hijos de los vecinos correteaban por tu casa, y los mayores se divertían dándote a probar algo con burbujas, y miles de y… y… y…., era como vivir dentro de una peli de Spielberg… Claro que me gustaba, cómo no me iba a gustar…



Ahora no soy navideña porque lo que no me gusta es ir a buscar todo aquello y no encontrarlo. No creo que nadie se dispute en qué casa meterme el día de Nochebuena, el de fin de año con algo de fortuna se convertirá en otra noche más de botellón, no voy a rellenar un pavo para tres ni voy a decorar la casa porque eso nunca lo hice yo, no voy a enviar ristras de sms divinos porque la divinidad luego no va a venir a pagar mi factura de móvil… Digamos que yo vivo una navidad constante y quizás por eso, ya no veo en la navidad puntual, la de diciembre vamos, lo que otros ven, entre otras cosas porque en los últimos años todo cambió demasiado a mi alrededor y eso me hizo ver que navidad puede ser todo el año. Cuando regalas un beso en la frente, cuando extiendes la mano, cuando preparas comida para quien no sabe o no puede, cuando cantas y bailas para que los tuyos sonrían, cuando te acuestas rendida después de dejarlo todo impecable, cuando te levantas como aquel niño energúmeno que fuiste únicamente con la ilusión de vivir otro día, cuando aprecias los regalos que la vida te va dejando debajo de árboles navideños disfrazados de cualquier cosa… es navidad.



Este año mi única preocupación será cómo hacer para tomarme las uvas a la vez que se las doy a mi madre, así es que no puedo permitirme ningún sentimentalismo navideño que me haga perder la coordinación y sobre todo, mi sentido del humor que es lo mejor que tengo, además, creo que puede ser hasta divertido… si a uno solo ya le cuesta engullir la frutita de los huevos como si fuera un hámster no me quiero imaginar a dos manos cómo tiene que ser la cosa… lo grabaría, pero como soy un desastre, me dejé robar la última cámara... ah, bueno, se la pido a los reyes… ay, no, joder, que los reyes son los padres…jjjjjj