Mi Campo de Girasoles

jueves, 28 de enero de 2010

ENFERMEDADES INDIGNAS


Hasta para estar malo hay que tener clase… el clasismo es tan clasista… es tan separatista y a la vez es tan común en todos que ya incluso me planteo creer en él…

Siempre me consideré una persona clasista, y no peyorativamente hablando, si es que me puedo excusar de alguna forma, claro. Simplemente, intento asumir la realidad de forma que no altere mis salvoconductos más míos y mi forma de encajar la vida, me refiero a que lo blanco es blanco para la mayoría y lo negro también, es decir, clases han existido siempre, existen y existirán… ojalá que no, por supuesto… faltaría más… lo ideal sería un estado de gracia social que nos permitiera a todos ser englobados dentro de una misma categoría monetaria y, por tanto, adquisitiva, cultural y, redundando lo redundante, social, pero no, lo utópico es eso, utópico y lo real es eso, clasista. Existe el hombre que pulsa el "on" de su secadora y existe el otro hombre que despliega su tendedero extensible en el sexto piso de su barriada extrarradial para colgar unos gayumbos de Hommer Simpson… aunque me pese, que realmente tampoco me pesa tanto, eso es cierto. Con lo cual y siguiendo esa lógica me reafirmo en enunciar que siempre fui clasista y que, para bien o para mal, aún lo soy.

Las enfermedades, muy por debajo de mi categoría de ser humano y sin capacidad de raciocinio demostrable, son clasistas también… hay enfermedades que parecen pertenecer al pueblo llano y pobre, a los de “quilla baja pa bajo”, a los del pan con Nocilla a las cinco, a los de la ropa en el tendedero desplegable en la ventana del salón, a los de los calcetines blancos y zapatos negros, a los del puchero los domingos y el huevo con papas el día del mercadillo… qué se yo… los sabañones… qué cosa más ordinaria… decir “tengo sabañones” es como decir le he comprado droga a la del tercero… ; están las calenturas… uy, las calenturas… eso ya es como de guardería precaria, como si faltara la higiene, vamos… y cuando llega a postilla… uffff, la postilla ya denota dejadez a la par que promueve la lástima inmensa e intensa por quienes las padecen ( puta lástima, asco de palabra donde las haya…)… Las ampollas. Las ampollas me fascinan. Todo el mundo ha tenido una ampolla como mínimo en su vida, llámense también bojigas en Cádiz capital. La ampolla incluso te daba caché, de hecho solía llegar con el estreno de algún calzado, por tanto, si se mira por esa parte, no era tan mal síntoma… cambió la cosa cuando un día un remilgado dijo “tengo una rozadura…”…mmm, no, a ver… bastardo de la vida, tú no tienes una rozadura producto de tus naúticos acatetadamente ataviados en tus pies sin calcetines… no... perdona guapura, tú tienes una ampolla ( o cebadura, que seguro que esta palabreja te toca más los cojones…) como la catedral de Burgos de grande y de fea ( la ampolla, que no la catedral )!

Los orzuelos también son indignos y muy asimilados en pundonor a la conjuntivitis infecciosa… es como muy poco aceptable socialmente supurar por los ojos… probablemente el que emana verde por el lacrimal también padezca halitosis o, más coloquialmente, le apeste la boca… todo esto sin mirarle los pies, claro está, ya que seguramente encontremos en uno de ellos alguna uña en plan Ruffles pero en versión argamasa… en según qué clases lo único que encontraríamos serían “uñas rebeldes”…

Las espinillas fueron espinillas durante décadas hasta que, de repente, se convirtieron en “puntos negros” o residuos oleosos producto de pieles grasas o mixtas… no puedo, lo siento, pero yo es que no puedo… yo cuando presiono mis dos dedos índices en un puntito de mi cara lo que estoy haciendo es matar una espinilla, para nada me da por pensar que estoy saneando de células muertas y oleosas un poro obstruido de mi epidermis facial… debo de ser vulgar pues…

¿ Y los padrastros? tienen padrastros los “dignos”? qué coño tienen cuando tienen pellejitos encima de las uñas? acaso no tienen uñas? nacen con uñas de porcelana? no se las comen? Y… no sé… a ver… cuando tienen picorcillo en el culo y una prominencia… tienen una leve hemorroides o para entendernos una almorrana? o quizás no es más que una molestia anal debida a una inadecuada alimentación puntual que no les deja fluctuar intestinalmente como debieran? En serio, acepto clasismo como modo de vida porque, entre otras cosas, me ha tocado vivir un tiempo enfermizamente clasista, pero… si yo tengo juanete tú también, y el otro, y el de la moto… y que no me diga nadie que lo que tiene es un pie difícil o una malformación genética que denota su procedencia generacional por ser un pie clavadito al de su tía abuela la de las tres casas en Bollullos… mira, no… un juanete es un juanete y una dolencia es una putada, es una putada para el que tiende en la calle y para el gilipollas descubridor de botones.

jueves, 21 de enero de 2010

LAS MEDIAS PERSONAS???


Lo de la media naranja como que no lo entiendo… y no me refiero a que no entiendo por qué cuesta encontrarla o por qué a veces ni se encuentra y ese tipo de cuestiones amatorias. Me refiero a que yo no soy una fruta, menos una naranja y menos aún estoy por la mitad… Para no pecar de pedante, me he tomado la libertad de indagar acerca del origen de la expresión amorosa “media naranja” y la explicación aún me ha convencido menos… Contaba Aristófanes que, en un principio, la raza humana era casi perfecta. Los seres eran esféricos como naranjas; tenían dos caras opuestas sobre una misma cabeza, cuatro brazos y cuatro piernas que utilizaban para desplazarse rodando. Estos seres podían ser de tres clases: uno, compuesto de hombre más hombre, otro de mujer más mujer y un tercero (el 'andrógino'), de hombre más mujer. Hombre, aquí hay que aplaudir a Aristófanes por dejar su sitio a la libertad sexual, eso sí… y siguiendo con su historia: su vanidad les llevó a enfrentarse a los dioses creyéndose semejantes a ellos. Zeus los castigó partiéndolos por la mitad con su rayo; y mandó a Hermes que a cada uno le atara la carne sobrante en torno al ombligo ( vaya tela la mala leche que gastaba Zeus…). Ya repuestos, los seres andaban tristes buscando siempre a su otra mitad, y si alguna vez llegaban a encontrarse con ella, se enlazaban con sus brazos hasta dejarse morir de inanición… Zeus, compadecido por la estirpe humana, ordenó a Hermes que les girase la cara hacia el mismo lado donde tenían el sexo, de este modo, cada vez que uno de estos seres encontrara a su otra mitad, de esa unión pudiera obtener placer y, si además se trataba de un ser andrógino, pudieran tener descendencia. Mmmm… pues que me perdone Aristófanes, pero no, a mi la historia más bien me suena a campaña política para el fomento del crecimiento demográfico de la época.

Bueno, pues eso, que ahora sí que no, ya lo tengo claro clarísimo. Lo dicho, no soy una fruta ni me falta nada. No creo que tengamos que buscar nuestra otra mitad… entre otras cosas, porque eso significaría asumir que estamos incompletos; tampoco estoy haciendo apología de la prepotencia, puesto que sé de sobras que todos necesitamos del resto de seres vivos, ya sean animales, plantas e incluso humanos…para poder disfrutar de una vida digna. Compartir esta vida digna con los demás es bonito y espectacular y, nos guste o no, necesario, pero hasta que no nos sintamos como “naranjas enteras” ( yo prefiero la pera, pero bueno…) difícilmente seremos capaces de sentirnos complementados, que no completos, por otros.

No hay que encontrar a “la media naranja”, más bien a “otra naranjita” que disfrute de tu presencia tanto como tú de la suya. Con lo fácil que es y lo difícil que nos empeñamos en hacerlo…

domingo, 3 de enero de 2010

LOCA VS LOCA


Cuando crees que eres la persona más rara del mundo siempre descubres que hay alguien que te supera. En el fondo, esto jode. Es curioso… bueno, más que eso, es paradójico. Sentirte raro no tiene por qué ser agradable, al contrario, se supone que es una mala sensación… digo se supone porque, en mi caso, me agrada… sentirme rara ha sido lo que siempre me ha mantenido con vida, odio tanto tantísimo la mediocridad, que el hecho de sentirme en más de una ocasión distinta o peculiar me ha servido para levantar la cabeza, una cabeza rara, desquiciada y a destiempo, pero, a fin de cuentas, mi cabeza y la de nadie más. En mi afán de lucha incondicional por lo raro y en mi vocación de abogada de lo no aceptable me topé un día con una situación cuanto menos graciosa. Caminaba yo por un callejón ( como todos…). No era un callejón literario ni metafórico, era un callejón, carajo. Acompañada de mi otro perro ( el de ahora es hembra y la quiero infinitamente más que el que tuve con anterioridad ), iba en busca de calor humano, de charlas irrelevantes cargadas de energía positiva y de cigarrillos perdidos en el aire llenos de un algo que a veces es más que un todo… que iba a casa de una amiga, vamos. Delante de mí caminaba una mujer. Habría dicho señora pero a cierta edad empiezas a perder la capacidad para otorgar la edad a la gente… qué sé yo… quizás tendría mi edad, o puede que diez años más, quizás yo me volví atemporal y ya no soy capaz de otorgar a nadie años… el caso es que no era una niña de calcetines de hilo. El callejón no era excesivamente largo pero tampoco era corto, así es que durante un rato estuve caminando detrás de ella. Cual muerte súbita paró en seco. Los dos pies en la misma losa. Casi escuché un taconazo militar. Stop. Sin más. Bueno, sí hubo más… “qué te crees, que no me he dado cuenta…? Eh???”, eso lo dijo ella. Yo no hablé. Miré a lado y lado. Esperaba a los cámaras de Summers diciéndome que toe r mundo es güeno… “que la gente como tú ya sé yo como es…, que vais de normales pero luego… luego… mira, por qué no vas tú delante, eh? Venga, ponte ahí, para que veas tú el coraje que da…”. Continué buscando las cámaras sin éxito. Desistí. Eché cojones. Me educaron así. “Tía, no te ralles… y sobre todo… no me ralles a mi…, déjame pasar, déjame pasar a mi y a mi perro”. La sobrepasé con el escalofrío de quien espera un navajazo en el costado… coño, es que me daba miedo… la loca me raja, pensé. Anduve delante de ella con el ojo de la nuca en posición “on”, jamás pensé que ese ojo funcionara realmente… pero casi podía verla. Cuando abandoné el callejón sentí aquello que sienten quienes finalizan una ecuación con equis e íes griegas puteantes satisfactoriamente por primera vez… uf, alivio total… puta loca. Resultado de mi particular ecuación: loca del callejón 10, transeúnte con perro ( es decir, yo ) cinco y medio… hija de puta… me superó. Gané. Puede ser. Sin embargo la loca me hizo sentir común. Ganó? Puede ser.

sábado, 2 de enero de 2010

PRESIENTO QUE ESTOY ESCRIBIENDO....


Si proponer es poner algo antes de tiempo, premeditar es meditar antes de querer hacerlo, preinscribir es inscribirse con anterioridad a una fecha establecida, preocuparse es ocuparse de un asunto antes de que acontezca y presentir es tener un sentimiento porque sí y nos da la gana, sin saber siquiera lo que sentiremos luego... por qué cojones no eliminamos estos verbos tan pedantes de una vez y empezamos a hacer las cosas cuando toca? Ay, de verdad, yo no puedo... lo de posponer, por ejemplo, es diferente... si no pudiste "poner" a tiempo al menos la vida te da otra oportunidad y pospones y punto, pero lo de pre... es superior a mi. Predecir. Éste me encanta... ¿qué coño vas a predecir....? ¿por qué no dices y ya está? qué manía de querernos adelantar a todo... como si después del lunes no viniera el martes... o como si después de las nueve no fueran a llegar las diez... o como si después de poner un pie al frente no pusiéramos el otro, a no ser que seamos un gorrión, claro... Prever... a ver... ( que no "a prever"...), si yo tuviera la capacidad de prever, tendría probablemente también la de predecir, la de proponer, la de presentir e incluso la de premeditar, en cuyo caso sería una tía aún más repelente de lo que puedo llegar a resultar... yo, como mucho, pospongo o postergo... prefiero vivir sin borradores, sin ensayos y sin preámbulos. Por muy frívolo que resulte la expresión "a lo que salga" es la única manera de seguir sintiendo una libertad que por naturaleza adquirimos al nacer y que por narices nos empeñamos en maniatar. No te preocupes, ocúpate de tus cosas y no previvas, vive.