Mi Campo de Girasoles

martes, 17 de abril de 2007

CUANDO ESPAÑA ERA ESPAÑA


Desde que las insignias se llaman pins, los maricas gays, las comidas frías lunchs, y los repartos de cine castings, este país no es el mismo: ahora es mucho, muchísimo más moderno.

Antaño, los niños leían tebeos en vez de comics, los estudiantes pegaban posters creyendo que eran carteles, los empresarios hacían negocios en vez de business, y los obreros, tan ordinarios ellos, sacaban la fiambrera o el canasto al mediodía en vez del tupper-ware.

Yo, en el colegio, hice aerobic muchas veces, pero, tonta de mi, creía que hacía gimnasia. Nadie es realmente moderno si no dice cada día cien palabras en inglés. Las cosas, en otro idioma, nos suenan estúpidamente mucho mejor. Evidentemente, no es lo mismo decir bacon que panceta, aunque tengan la misma grasa, ni vestíbulo que hall, ni inconveniente que handicap...

Desde ese punto de vista, los españoles somos modernísimos... ya no decimos bizcocho, sino plum-cake, ni tenemos sentimientos, sino fellings...

Sacamos tickets, compramos compacs, comemos sandwiches, vamos al pub, practicamos el rappel y el raffting , en lugar de acampar hacemos camping y, cuando vienen los fríos, nos limpiamos los mocos con kleenex ( y a veces con loción o mentolados ).

Esos cambios de lenguaje han influido en nuestras costumbres y han mejorado mucho nuestro aspecto. Las mujeres no usamos medias, sino panties y los hombres no utilizan calzoncillos, sino boxers, y después de afeitarse se echan after shave, que deja la cara mucho más fresca que el tónico, dónde va a parar...

El español moderno ya no corre, porque correr es de cobardes, pero hace footing; no estudia, pero hace masters y nunca consigue aparcar pero siempre encuentra un parking.

El mercado ahora es el marketing; el autoservicio, el self-service; el escalafón, el ranking y el representante, el manager. Los importantes son vips, los auriculares walkman, los puestos de venta stands, los ejecutivos yuppies; las niñeras baby-sitters, y hasta nannies, cuando el hablante
moderno es, además, un pijo irredento.

En la oficina, el jefe esta siempre en meetings o brain storms y acude a las workshops, casi siempre con la public-relations, mientras la assistant envía mailings y organiza trainings; luego se irá al gimnasio a hacer gim-jazz, y se encontrará con todas las de la jet, que vienen de hacerse liftings, y con alguna top-model amante del yoghurt light y el body-fitness.

El arcaico aperitivo ha dado paso a los cocktails, donde se jartan a bitter y a roast-beef que, aunque parezca lo mismo, engordan mucho menos que la carne.

Los cotillas de toda la vida, ahora comentaristas, trabajan en un magazine, no en un programa. En la tele, cuando el presentador dice varias veces la palabra O.K. y baila como un trompo por el escenario la cosa se llama show, bien distinto, como sabemos todos, del anticuado espectáculo; si el show es heavy es que contiene carnaza y si es reality parece el difunto diario El Caso, pero en moderno.

Entre medias, por supuesto, ya no ponen anuncios, sino spots que, aparte de ser mejores, te permiten hacer zapping.

Estas cosas enriquecen mucho...

Para ser ricos del todo, y quitarnos el complejo tercermundista que tuvimos en otros tiempos, sólo nos queda decir con acento americano la única palabra que el español ha exportado al mundo: la palabra "SIESTA."

Espero que os haya hecho pensar... yo antes de leerlo no sabía si tenía stress o es que estaba hasta los cojones.

Un abrazo.

jueves, 12 de abril de 2007

LA INFINITA GRANDEZA DE LO MÁS PEQUEÑO

Al menos estuve diez minutos mirándola sin apartar la vista. No supe calcular qué edad tenía; sus arrugas octogenarias eran jóvenes comparadas con la senectud de sus ojos hundidos y seguramente sabios. A penas erguía su truncada espalda en la butaca y probablemente su oído no alcanzaba a escuchar nada nuevo que la vida no le hubiera enseñado ya. Sin embargo, me di cuenta enseguida que a pesar de su torpeza senil y de la demencia que las enfermeras le habían otorgado con todo el cariño del mundo, aquella señora era consciente de todo lo que ocurría a su alrededor. Josefa, sola desde hacía meses, esperaba en aquella habitación de hospital mediocre a que quedara una plaza en alguna residencia no menos elegante. Despertó en mi tanto interés que en un sólo rato comprendí la importancia de las cosas escandalosamente menos importantes; su encogido cuerpo pequeño y su situación irremediable me sacudieron por dentro. La vejez no es sólo una etapa de la vida, la vejez la creamos el resto de personas menos viejas, apartando de nuestras joviales vidas aquello que nos estorba para envejecer con tranquilidad.