Mi Campo de Girasoles

miércoles, 13 de junio de 2012

LOS ORGULLOSOS...¿VAN AL "CIELO" CUANDO LES TOCA... O CUANDO QUIEREN?


Ya lo sospechó y hasta se atrevió a enunciarlo Einstein, disléxico como yo por cierto: sólo el universo y la estupidez humana son infinitos… y tanto. Es asquerosamente increíble comprobar hasta dónde puede llegar el orgullo de la mano de la estupidez en un ser humano… Tengo yo una vecina en mi edificio a la que se la conoce como “Fulanita la del x” ,siendo fulanita su nombre y x el nombre de su perro ( esto ya dice mucho de una persona, más que otra cosa porque digo yo que ser conocido por tu perro – que yo tengo uno – es un orgullo, pero que te conozcan por méritos propios tiene que ser más sano, no?) Total, que esta tipa una vez tuvo un percance conmigo y con mi madre y digo tuvo porque lo tuvo ella, nosotras únicamente nos vimos arrastradas en el aborigen propio de su talante bajuno y mentalmente cerrado. El caso es que su pequeño can estaba más salido que el Tato, que no sé quién es pero le ha tocado, y ella, muy de barraca y de mentalidad inframundista, acostumbraba y acostumbra a vivir con la puerta de su casa abierta ( supongo que para airearla, para dejar salir los olores de sus guisos y los del fregasuelos… qué sé yo, manías de la gente ) y claro, el pequeño perro, ser incívico y caliente donde los hubiera, caminaba por los pasillos de las zonas comunes como perro por su casa… hasta parar en mi puerta para echar una consiguiente meada que venía a decir algo así como “Pupi… te deseo” ( Pupi es mi niña, mi perrita ) Decir que Pupi, ovulando o no, o lo que es lo mismo, con celo o sin él, siempre ha estado bajo la responsabilidad de los míos y la mía misma, es decir, nunca la habrá visto nadie zorreando por ahí… Con lo cual, digo yo, ¿es lícito consentir que el perro de la vecina día sí y día también venga a mearte la puerta? ¿fuimos muy tiquismiquis cuando educadamente le sugerimos que se metiera el perro en alguna parte donde a éste le resultara difícil hincharnos la madera de nuestra humilde puerta aglomerada debido a tanta humedad procedente de sus partes nobles, peludas y caninas? Yo creo que no, la verdad… Pues se ve que esta señora muy señoreada es de las que conciben el mundo como el sitio donde les ha tocado vivir rodeada de “otros seres” que ojalá no estuvieran… pues reina, te vas a fastidiar, porque somos muchos y los metros cuadrados están caros.


Un día, entrando yo en casa con mi princesa linda sujeta a su correa no menos linda, su perro babeante, salvaje y erecto se abalanzó sobre mi peluda muñeca y yo, cansada ya de ser educada y diplomática, dije secamente “puto perro salido, tira ya… coooooño…!” mientras con zapato veraniego – que podría haber sido peor – lo invitaba a desplazarse unos metros más allá. Ella, su ama, porque estas personas no son dueñas, ni madres, ni responsables de sus mascotas, simple y llanamente son amas, amas y señoras de todo cuanto las rodean, con su pulgar y su índice asquerosos y rechonchos se secó las comisuras de su sucia boca, se acercó a mí y, con ese tono agudo y raro que usa este tipo de gente dijo: “¿qué la disho tú a mi peerroooo…….?” a lo que yo contesté más cínica imposible y, por supuesto, levantando mi ceja izquierda: “perro salido, por…?”. Lo que vino después estuvo bien, me habría gustado que alguien lo hubiese filmado. Yo cogí en brazos a mi perra, se la di a mi madre ( todo esto con una parsimonia y una tranquilidad de hija de puta total ) y acto seguido le dije a mi progenitora “mami, entra en casa, ahora te veo” a lo que mi madre más descompuesta que tranquila contestó “Nurita, por Dios…”, “por dios ( en minúsculas, porque en ese momento yo no pensaba en divinidades ninguna ) y por la vírgen, tú entra que ahora voy” y, lo que es una madre… cómo me conocía… y cómo se fiaba de mí...! para dentro se fue y allí me quedé yo, mano a mano con la tía mierda esta. “Que no cé yo que zabrei creío uhtede… tanta tontería… que zabe qué? quehtoy hahtar coño de ti y de tu madre, tanta gilipollé ya…” uuuuuuhh… uuuuuh… – dije yo para mis adentros – “¿qué dices tú de mi madre?¿qué estás harta de qué?¿me lo puedes explicar en mi lengua que apenas te entiendo, puta loca?” y dijo ella sintiéndose amenazada total “me viá í pa ti y verá…” y dije yo con mi escualidez y mis dos ojos muy abiertos y, lo reconozco, con un  ademán ordinario donde los haya “mira que vas a salí escardá….” 


Total, que el episodio perruno se quedó ahí. Pasó el tiempo, mi madre enfermó, gravemente además; nos la cruzábamos millones de veces en el portal, me costaba un huevo y medio manejar la silla y abrir la puerta a la vez, la tía zorra nunca la sostuvo ( la puerta digo… porque la silla habría sido una utopía ); venían las vecinas a casa según empeoraba mi madre a preguntar por ella, a verla, a saludarla; me saludaban todos y todas  al encontrarnos en la escalera con ojos cariñosos cuando me veían perder peso y salud, ella no, ella se tocaba su boca rechoncha con su pulgar y su índice y, eso sí, miraba el suelo. Murió mi madre y quiso la vida que tras el sepelio, al llegar a casa, me la cruzara en el portal. Mentiría si dijera que no esperaba dos palabras suyas al menos, me habrían venido bien, habría creído en la bondad humana ante todo y sobre todo... Pero la tía mierda me hizo el día más difícil aún, me dio con la puerta en la cara.


El rencor es asqueroso, no por nada, es decir, no me refiero a moralinas ni a gaitas, me refiero a que se lo come el que lo padece y ninguno más, de hecho, yo creo que por esta mujer no siento rencor, no quiero que le suceda nada malo, eso sí, tampoco quiero que le suceda nada bueno. Indiferencia? no, tampoco es eso, no sé qué es, sólo sé que hace diez minutos he vuelto a cruzármela en el portal, con su marido, y he dicho “buenas noches” a su santo esposo mientras giraba los ojos hacia ella -porque él sí me saluda y a ella le jode- y sólo quería comprobar que es consciente de eso, no para que vea en mí una amenaza sino más bien para que vea en qué consiste vivir y todo cuanto se está perdiendo. A todo esto, su perro hace ya algunos años que no vive, ella, supongo que deambula muerta desde hace puñados de años más.

viernes, 8 de junio de 2012

MUJERES, HOMBRES Y VICEVERSA

Feminismo*... ahora busco la definición en el Espasa, sí, el Espasa; la Wikipedia está bien, claro que lo está, es rápida, la mayoría de las veces concisa y un noventa por ciento acertada, pero yo me crié con el Iter Sopena, eso por una parte y, por otra, me resultan tediosas las definiciones aproximadas, para eso prefiero desconocer... Total, que antes de que el significado de feminismo de mi Espasa me contradiga o me quiera quitar razón ( pertenencia legítima que todos albergamos en mayor o menor medida ) apuntillar que la mayoría de feministas que he conocido , y eso que odio las generalizaciones, han sido siempre unas rebotadas de tomo y lomo con el género masculino, por no hablar de sus cortes de pelo, sus zapatos Camper anti femeninos ( muy cómodos, eso sí ) y sus ciclos menstruales vergonzantes, es decir, que pueden estar rabiando de dolor y jamás quejarse... es lo único que les envidio. 

A mí me gustan las diferencias de género, joder. Me gusta pasar primero cuando se abre una puerta, o sentarme cómoda cuando me plantan un asiento, o insistir en pagar ( y pagar, claro ) cuando se me adelantan ( y que se me adelanten ), hasta me gusta caminar por el lado de la pared de la acera, fíjate tú qué cosas. El caso es que las injusticias, cualesquiera que sean, me superan pero las justicias de genero, o injusticias de género que las llamarían estas feministas con las que yo me he encontrado en mi corta vida, son necesarias; quiero decir que un hombre jamás será una mujer y obviamente una mujer nunca será un hombre y eso, perdona, a mí me fascina, por mucho que a veces me joda y por mucho que millones de veces desee mear en una pared.

Me gusta hacer la compra a horas intempestivas, o sea, al mediodía cuando el peso del calor de estas fechas se agolpa en el cogote y provoca jaquecas, más que nada porque a esa hora los supermercados están más vacíos; claro que, por otro lado, las obras - y mira que hay pocas obras ahora con tan puta crisis - están llenas. La transcripción de las cosas que aquellos hombres de mediana y mayor edad lanzaron con buenas intenciones ( quiero pensar ) hacia mi persona no las voy a relatar, sólo puedo decir que me hablaban pretendiendo que me sintiera mujer ( y digo pretendiendo porque a pesar de serlo, guardo ese privilegio únicamente para quien lo merece ). En cambio, cuando pasé por caja y aboné mi compra, la cajera, de mi promoción, año arriba, año abajo, para despedirse de mí sólo me dijo "gracias, chica". ¿Chica...? ¿somos iguales los hombres y las mujeres? Y una mierda. 


*Feminismo: (Del lat. femĭna, mujer, hembra, e -ismo).

1. m. Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres.

2. m. Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres.