CONVERSACIÓN CON LAS MUSAS
Vino
la ráfaga cargada… bueno, no… vino; sólo supe verla venir porque en realidad
todas las ráfagas vienen cargadas… de tinta, de polvo, de mierda, de pelusa… es
lo que tienen. El aire es aire humano, no? es eso, eso me contaron, eso aprecié
y por eso me agrada. Y así, tan precario y genuino, volvió a llegar. “Tu santa
madre!”, dije, dije entre enfadada y sorprendida. “¿Qué estuviste haciendo que
tan ocupado te tuvo y por aquí ni se te vio?” Me sopló con cariño en la oreja:
“Sólo eso, así es como se comunican los vientos”… aún así, yo le cogí coraje y
manía… “¿Tan mal te pagan? Pensaba que eras mío, joder… bueno, mío y de cuatro
más, pero no te sentí soplar en mucho tiempo y eso me hizo sentir ninguneada…”
Mi
pelo dejó de moverse, el viento cesó y él, amable, me dijo “Para ti reservo los
ratos que nadie precisa, los que guardo para mí y los que espero me hablen un
día”. “Haces bien, muso insolente. ¿Cómo es posible y viable que salgas
corriendo cuando más te echo en falta? ¿cómo pretendes que te salude impoluta,
impertérrita y bella cuando hace meses
que no te veo los ojos?”. “Mira que eres tonta… - y mira que odio que me digan
eso… y que lo diga mi muso más - ¿acaso no viste nunca que cuando tú estás a
medias yo estoy a un cuarto y que cuando tú estás a un cuarto yo estoy a un
medio y que cuando tú no estás yo soy el ser más desagradable y mezquino que el
mundo pudo imaginar?”.
Su
planteamiento me hizo entender muchas cosas, por eso cerré mi boca imaginaria,
la boca que habla por dentro. Al cabo de unos segundos le dije “Perdona que te
sexe, muso… sé que el sexo es bello, necesario y unificador pero sé también que
las etiquetas a lo abstracto son un lastre en la mente, sólo por eso me
disculpo”. “Tienes razón, hada”, dijo mi muso. “A veces he visto cómo tu cara
se torna rosada y tus labios dejan entrever una dentadura que, sin dejar de ser
sutil, muestra una sonrisa con la categoría y la fuerza de un orgasmo, la
confianza y el tesón de un amante sin carne; esa es justamente la medida de los
orgasmos de la vida, los que a fin de cuentas siempre perduran. Puedes sexarme
todo cuanto quieras”.