Y SI UN DÍA YA NO SONRÍES...?
Escribir algo alegre en un día medianamente triste. Y qué? no se puede? es delito? Ja. Últimamente mi vida gira en torno a la ley de la balanza. Equilibrio. Pies sobre el suelo, o sobre la cuerda, o la arena, o las brasas… pero derechos y firmes. No ha de faltar equilibrio. A veces uno crece a una velocidad vertiginosa, da miedo. Cuando se mezcla lo amargo y lo dulce tampoco es para tanto, no ha de desembocar en culpa, de hecho, el cerdo agridulce es un plato de excelente sabor… todo es cultural, educacional y, en el peor de los casos, vocacional. El tabú a mezclar el tocino y la velocidad, lo cortés y lo valiente o las cifras con las letras. Cuánta ignorancia hay en eso… cuántas restricciones y qué montón de prejuicios. La ley de la balanza va de la mano con la ley de las puertas colindantes. Cierras, abres, cierras, abres, cierras, abres… qué abanico de puertas, qué pasillazo lleno de ellas, qué intriga, qué expectación, qué cuelgue, qué bueno… qué satisfacción da girar un pomo para siempre sabiendo que tienes hasta el infinito muchos más por abrir… es como el chiste del niño baboso, niño, cierra la boca que se te caen las babas…, no importa, tengo más… y tanto.
Hoy me quiero reír del mundo. Ja, ja y mil veces ja… a pesar de que lleva años conspirando contra mi, sólo ha logrado que mi alianza con el sarcasmo que probé en la teta sea aún más poderosa… a menudo la gente sarcástica es tachada de fría, cruel y calculadora de una manera injusta. No hay nadie con mayor sentido del humor que aquel que sabe manejar este género, el error viene cuando el sarcástico enfoca y descarga lo que este sentimiento le produce sobre la desdicha de otros pero, a menudo también, el sarcástico es inteligente, aunque ininteligible en ocasiones, y proyectará su risa únicamente en su cerrar y abrir de puertas, en sus miles de vueltas locas por los corredores de su existencia y en la parte trágico cómica de su existencia tan particular, como la de todos, vaya.
Como sarcástica nata, hoy me reí. De mis puertas cerradas y de las que dejé entreabiertas, de las que pretendo abrir, de las que cerré en silencio para no despertar al que duerme y quedaron encajadas, de las que tendré que derribar con el lomo y de las que jamás miraré siquiera a causa de las prisas. Como sarcástica nata, hoy me reí llorando, llorando mientras mi risa se traduce en letras de las que tú lees y como sarcástica nata también, jamás sabré si estoy feliz o triste pero siempre estaré orgullosa de saber que estoy viva.