ME QUIERO O NO ME QUIERO, ME QUIERO O NO ME QUIERO, ME QUIERO
Dispar. Dual. Par. Doble. Simétrico en cambio, paralelo al yang como lo es el ying… y, teóricamente, equilibrado. De nuevo, la práctica le da de ostias a la teoría… dicen que uno encaja con el mundo, lo tolera, lo aprecia y lo disfruta únicamente cuando practica exitosamente todo ello con su propio ser, pero, si tu propio ser no es singular el trabajo se multiplica. Multiplicando me hallo sin ser capaz de dividir, y no ya por no saber hacerlo, que también puede ser, sino más bien por eso de la aceptación personal. Tanto se trabaja el ego, tanto nos entrenamos para querernos y tanto insistimos en ser quienes somos que cuando nos damos en la cara con nuestro propio reflejo sentimos que quien nos mira es la parte indivisible de nuestro ying-yang y entonces, cual funambulista sin pértiga, empezamos a renquear el cuerpo hacia los lados y la tanza nos parece demasiado delgada y poco tersa como mantener el equilibrio sobre ella... y andando, encima… Así, a grosso modo, se presentan tres claras alternativas: agarrarnos al alambre con los pies a modo de primate, sacar pecho y enderezar la espalda, no mirar nunca abajo y seguir caminando airosos; optar por pasar al otro lado del cual no se ve nunca el tope, restregando el culo o la barriga o lo que sea, por tan diminuto suelo, el caso es no pasar por la humillación de caer desparramado; o bajar de la cuerda con su consiguiente golpe, empezar el trayecto nuevamente y admitir que tenemos que cambiar alguno de los elementos, o todos, o conseguir una pértiga… yo no estoy por la labor de empezar otra vez, lo de la pértiga… tampoco lo veo, y lo de ir arrastrando el culo, lo llevo fatal… desasosegante.